Época de Recesión – Inicio de la moda insigne

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Hacia finales de la primera Guerra Mundial, Europa tenía un gran auge de diseñadores y casas de moda que revolucionarían las maneras de vestir no sólo del viejo continente, sino de todo el mundo, siendo uno de los más grandes exponentes del momento. Coco Chanel, quien revolucionaría la concepción de la moda femenina de la época, simplificó las excentricidades que se usaban en la manera de confeccionar los conjuntos, creando un estilo único y limpio que pronto sería adoptado por las clases altas de los países europeos, llegando hasta el continente americano, aunque no propiamente a México.

Sin embargo, en la mitad del siglo XX estalla Segunda Guerra Mundial y de nuevo se racionan las telas y los accesorios de moda; la silueta de la época es delgada, de caderas estrechas, cintura marcada y hombros anchos. El traje sastre es parte importante de la indumentaria de la mujer en ésta década, los vestidos de noche son largos, rozando el suelo, y se confeccionan en lamé seda, raso, gasa, muaré y organdí; el corte al bies llega para quedarse, se impone la tendencia náutica: pantalones cortos, tops a rayas, boinas y chaquetas y se da a conocer el nylon, primera fibra artificial creada por DuPont, que revoluciona la moda. Debido a la escasez de material y a los sistemas de racionamiento, la falda corta es la moda dominante, el traje sastre tipo uniforme, las chaquetas con hombros rectos y hombreras, una cintura pronunciada con cinturón y grandes bolsillos son la imagen de la época, siendo en Estados Unidos donde las medias de nylon alcanzan gran popularidad; en Europa, sin embargo, el nylon se usaba para fabricar paracaídas, por lo que las mujeres utilizaban medias falsas, maquillándose las piernas con cacao y delineando las costuras.

Es en México donde aparecen figuras como Dolores del Río, quien regresa al país después de consagrarse como estrella en Hollywood a la par que María Félix empieza a figurar como símbolo del cine nacional, utilizando una moda diferente más al estilo americano, no propiamente europeo. Es aquí donde surge el prét-á-porter, prendas a precios razonables y de buena calidad listas para usar, el estilo femenino, las sensuales curvas y el glamour son las estrellas de la época, reinando los vestidos de falda ancha y cintura estrecha, todos estos ejemplos usados por los grandes exponentes de la cultura norteamericana. Grace Kelly, Audrey Hepburn, Ava Gardner y Marilyn Monroe, son algunos de los rostros de aquellos años que marcarían un antes y después en la moda americana, misma que influenciaría a México durante mucho tiempo, a la usanza hollywoodense y Neoyorkina.

Hablando pues de México, cabe destacar que la influencia de la Revolución tuvo un gran impacto en la forma de vestir y de concebir la realidad, sufriendo grandes cambios principalmente en la vestimenta femenina, a partir de la década de 1920 como consecuencia de la conjunción de diversos factores, entre ellos los cambios sufridos por la lucha y conflictos armados entre el gobierno y la sociedad tras la Revolución Mexicana.

Así mismo, a la vestimenta se le confiere un símbolo de identificación y diferenciación de género, nacionalidad, clase social, religión y diversas filosofías;  todo simplemente por la forma en la que una sociedad viste, explica Alejandra Jiménez que hoy en día la sociedad no puede concebir el abandono de la vestimenta misma como un ente inerte, ya que las ideas sobre el cuerpo y la desnudez no lo permitirían debido a que se encuentran intrínsecamente ligadas y que en conjunto, “han ido transformando y realizando procesos evolutivos en la forma del pensamiento humano  de como apreciar y valorar su cuerpo, así como con los materiales que lo cubren” (Jiménez; 2009)[1].

En los inicios del siglo XIX la industrialización estaba en su apogeo, los procesos de vestimenta se realizaban en masa y adquirían un valor en masa, agregado a una problemática social que se reflejaba en las ideas futuristas y en la implementación de las máquinas para cualquier proceso que anteriormente se realizaba exclusivamente con capital humano. A esto se sumaron también los recientes movimientos sociales, principalmente los feministas alrededor del mundo, y en México no fue la excepción, precisamente por los factores que originaron el cambio en el que la sociedad y el gobierno se relacionaban y que a través de la forma cotidiana de vestir poco a poco estos paradigmas fueron modificándose por las constantes presiones de la moda, del cambio, de las novedades y principalmente de la imitación de los modelos europeo-estadounidenses que propiciaron una penetración bidimensional en México. Gestándose así el nacimiento de una época de crecimiento y de acoplamiento a una cultura que si bien no resulta del todo extraña si es ajena a nuestros valores que se heredaron en la colonia y que terminaron por sucumbir ante la inminente etapa de industrialización y modernidad a mediados del siglo XX.


[1] Evolución de la vestimenta en México. Alejandra Jiménez López, 2009, México

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